martes, febrero 18, 2003

Era una noche tranquila, donde solo había una ligera fresca brisa; el cielo despejado y un agradable clima, esto se miraba a través de la ventana del balcón, desde adentro se miraban las cortinas moverse ligeramente con el viento que entraba. La recamara se encontraba habitada por una persona que sentada en la orilla de su cama esperaba la llegada de alguien que le había prometido regresar.



Mientras esperaba, miraba alrededor de su cuarto, el piso de madera obscura, las fotografías que relataban el transcurso de su vida; era raro el sentirse extraña en su propia recamara, el como a pesar de ver tantas cosas que eran de ella, se sentía como una completa extraña.



Así comenzó a recordar la noche en que le vio por última vez, esa noche todo estaba perfecto, la calma de la luna en ese pedazo de la tierra se reflejaba de tal manera que nada pareciera estropear su tiempo juntos, esa noche se profesaron amor eterno a pesar de las adversidades, se juraron estar juntos hasta el fin de la eternidad. Así pasaron los momentos de esa bella noche ante sus ojos.



Una hermosa velada, sin mas que la compañía de su amado; pasaron las horas profesándose amor eterno, así paso la cena, entre besos y demostraciones de amor. Pero hubo algo de lo cual ella no se dio cuenta, las sombra de la duda y los celos se escondía en la cabeza de el, mientras se amaban con tal pasión que bien pudieran derretir los hielos milenarios de los polos, el dudaba que ella fuera a cumplir su parte de la promesa de estar eternamente enamorados. Así, a punto de terminar la noche le dijo a su amada que durmiera un momento, mientras el se preparaba para irse juntos de ahí. Y así, el al dormirse ella se sintió consumido por los celos, la duda y la incertidumbre de que ella no fuera para el por siempre, que llegara a faltar a su promesa. No soporto tal pensamiento por mucho y la asesino, al morir ella, el sintió tal culpa que no pudo hacer mas que matarse.



Ella cuando despertó se encontró sola en su habitación, de alguna manera extraña ella notaba todo mas frío, más distante. Y así siguieron las horas, ella en espera de el retorno de su amado.



El al despertar se encontró en un lugar de tal oscuridad y soledad que le hicieron arrepentirse de lo que había hecho una y mil veces.



De tal manera la condeno a ella a esperar por toda la eternidad la llegada de alguien que nunca mas regresaría, y el a deambular por un lugar donde no existe la luz y ninguna otra alma habitara.


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