viernes, febrero 20, 2004

NADA ES REAL !! It's all in your head!!!

Estaba guardando mis cosas cuando un par de alumnos regresaron al salón, para intentar una última súplica: "Lo siento pero no puedo regalarles puntos nada más porque sí, así que nos vemos el semestre que viene". Ya era tarde y lo único que deseaba era llegar a casa a descansar de los llantos, súplicas y ruegos de niños ricos y mimados, así que me encaminé hacia mi auto para encontrarlo con una llanta ponchada. Se suponía que los maestros de la universidad teníamos un estacionamiento aparte para evitar todo tipo de represalias de los alumnos a nuestros automóviles, pero al examinar la llanta y ver que tenía una rajada intencional, no pude más que mentársela a todos y cada uno de mis alumnos.
Estaba sacando la llanta de repuesto cuando un coche se acercó, reconocí el BMW de Dafne, una alumna inteligente y con unos papás millonarios, que había reprobado el último exámen por un par de detalles muy tontos. "¿Todo bien profe?" en realidad no había nada bueno, la llanta de refacción también estaba rajada... "Si, una llanta ponchada, eso es todo." Me ofreció un aventón a mi casa y aunque sabía que podía ser la situación perfecta para chantajearme con tal de pasar, decidí arriesgarme y aprovechar su ayuda.

Durante el camino intenté charlar de cualquier otra cosa menos de la escuela, los exámenes, ( en particular el suyo) o cualquier otra cosa que pudiera desembocar en un chantaje. Al parecer ella lo entendió de igual manera y no intentó encausar la plática hacia su exámen, por el contrario me platicaba de sus padres y el tiempo que habían vivido en Europa. A unas cuadras de mi casa reconocí a mi esposa que regresaba del trabajo, le pedí que se detuviera para quedarme allí y terminar el recorrido a casa a pié en compañía de mi esposa.

Así lo hizo y tras saludar a mi esposa se ofreció a llevarnos a nuestra casa, accedimos no sin antes pensarlo dos veces, pero el cansancio ya era mucho. "Mi padre dará mañana una cena navideña para los amigos de la familia y algunos de sus socios, y me encantaría que nos acompañaran." Me quedé sorprendido pues era lo último que me esperaba de ella. Mi esposa rápidamente aceptó dejándome esto aún más sorprendido.

"No diario se recibe una invitación para cenar en una lujosa mansión, mi vida" fué la explicación que me dió minutos más tarde, ya en nuestro departamento. Al día siguiente después de arreglar las llantas ponchadas acompañé a mi esposa a comprar un elegante vestido que luciría en la noche, era rojo y entallado y hacía lucir su joven figura bastante apetecible. Mientras nos arreglabamos para la noche tuve que contenerme para no comérmela ya que abajo de ese vestido solamente llevaba un liguero y medias.

Cuando llegamos a la casa de Dafne nos presentó a sus padres y a las 2 parejas que allí se encontraban. "Bueno ahora que estamos todos podemos pasar a la mesa" dijo el padre de Dafne, mi esposa y yo volteamos a vernos, pues esperabamos una reunión más concurrida. Durante la cena conversamos de algunas cosas pero al parecer todas las pláticas llevaban al mismo tema, el sexo una de las invitadas no dejaba de halagar el vestido de mi esposa, mientras que todos se veían con cierto aire de complicidad, cada vez que se vaciaban nuestras copas una solícita mesera volvía a llenarla de un vino tinto delicioso, este proceso se repitió demasiadas veces a juzgar por el ligero mareo que sentía y la cara ruborizada de mi esposa. Dafne se disculpó y dejó la mesa con el pretexto de una llamada telefónica.

Minutos después el padre de Dafne anunció la llegada del postre, para sorpresa nuestra el postre era una enorme bandeja de fresas con crema batida y cubiertas de chocolate que traía Dafne totalmente desnuda, mi esposa rió nerviosamente pero al ver que las otras parejas aplaudían nosotros nos unimos a la ovación. Dafne fué de lugar en lugar ofreciendo una fresa a cada uno de los comensales con la boca, cada uno de ellos tomó la fresa con su boca terminando por besar a Dafne y acariciando su cuerpo, esto se repitió tanto con hombres como mujeres, llegó el turno de mi esposa quién no dejaba de sorprenderme, aunque habíamos hablado algunas veces de que tenía curiosidad por tenér una relación con una mujer, la naturalidad y con qué besó y acarició los pezones de Dafne me sorprendió enormemente.

Finalmente Dafne llegó a mi lugar, la voz del padre de Dafne invitandome a tomar la fresa de la boca de su hija me sonó a orden que tuve que cumplir, al besar a Dafne sentí la mano de mi esposa frotar mi muslo y subir hasta llegar a mi entrepierna, que comenzó a masajear mientras Dafne seguía besandome lenta y profundamente, sentí un cosquilleo recorrer todo mi cuerpo cuando el característico sonido del zipper de mi pantalón inundó el ambiente de aquél elegante comedor, despúes los labios húmedos de mi esposa aprisionaron mi masculinidad que se ergía firme como una torre de acero, Dafne comenzó a desabrochar mi camisa mientras llevaba mi mano a su púbis, mi tacto descubrió la terzura de sus vulba; los demás comensales observaban con deleite el espectáculo que estabamos ofreciendo, una de las invitadas había liberado sus senos y acariciaba lentamente sus pezónes mientras veía a mi esposa besar mi virilidad con extraordinaria maestría, Dafne subió a la mesa y ofreció a mi boca la hermosa orquidea que coronaba su pubis, tras una sonrisa de aceptación por parte de mi esposa comencé a recorrer la hermosa topografía que se presentaba ante mis ojos, mi esposa ya desnuda decoraba con sus besos el camino a mi cuello, otra pareja economizaba espacio y ocupaba solamente una silla que servía de escenario para una lenta lucha que protagonizaban sus manos al cubrir cada centimetro de piel del otro.

Los dulces gemidos de Dafne fueron callados por los labios de mi esposa que la besaba mientras ofrecía a mis labios los carnosos pétalos de su íntimo jardín, mi boca se turnaba para besar cada una de las dos flores que tenía frente a mí, las caderas de Dafne marcaron un ritmo que las caderas de mi esposa siguieron, y que no se vió interrumpido cuando mi fálica batuta se deslizó al fondo de la húmeda orquidea de Dafne, que con el vaivén de mis caderas era acariciada por mi pene mientras mis manos viajaban por las cumbres y valles del cuerpo de mi esposa, a quién minutos después ofrecí la firmeza de mi virilidad. Largo rato pasamos todos los allí presentes disfrutando de los cuerpos de los demás en muchas y diversas configuraciones, que terminaron por disminuir nuestras fuerzas y dejarnos exhaustos.

A la mañana siguiente Dafne me despertó con un beso y me confesó el tiempo que habían pasado ella y mi esposa para preparar este exámen de iniciación en el mundo swinger, que había pasado con una alta calificación.

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